domingo, mayo 25, 2008

Regresando desde el Sur


Los paseos en barco se acabaron por esa tarde y junto a Zarco, caminé por las calles de Valdivia durante un par de horas, tratando de subir el ánimo por la tragedia que acabábamos de presenciar en aquel barco.
Recuerdo que volví a notar la ausencia de sangre, aunque claro, solo había visto sus pies descalzos y tal vez solo estaba tratando de hacer coincidir cosas que no tenían coincidencia alguna.
Entonces nos dirigimos al restaurant vecino del hotel donde nos quedábamos y volví a pedir el pastel de jaivas que había comido el día anterior. De regreso en la habitación, tomé una ducha bien caliente me ayudó a sacar de mi espalda la tensión. Me dormí mientras Zarco todavía estaba en el baño.
Cuando despertamos, encendimos el televisor y esperamos a que comenzaran las noticias. Ahí nos enteramos que las víctimas del barco eran ocho hombres y cuatro mujeres, todos personas de tercera edad. Entre las hipótesis se decía que el asesino era uno de ellos, que habría dado muerte a los otros once y que luego se habría suicidado.
Todos ellos vivían en Santiago y sus familiares comentaban que era la primera vez que viajaban a esa ciudad. La mayoría de ellos contaba con pequeños ingresos y habían hecho gran esfuerzo para financiar ese viaje. Otros parientes más desconfiados, insinuaban que podría tratarse de un suicidio planificado y descartaban la hipótesis de que se tratara de la locura de un solo sujeto.
Mientras tanto, la policía informaba detalles a la prensa, tales como que ninguno presentaba signos de violencia, pero debían esperar el informe médico para entregar más antecedentes. Se presumía que habrían ingerido algún fármaco en cantidades mortales o alguna especie de envenenamiento colectivo, con alguna otra enjundia mortal.
A esa hora, Zarco y yo, guardábamos todas nuestras cosas en nuestras maletas, porque nos volvíamos al centro del país esa misma noche.