domingo, marzo 16, 2008

Empezar con muerte una tarde de viernes



Después que le conté todo el daño que ese hombre me había hecho, corrí detrás de Zarco para saber a donde iba, conservando una distancia prudente, tratando que él no me viera.
Desde lejos pude ver la silueta de ese hombre desgreñado, de baja estatura, pelo corto, vestido con ropas enormes, desordenado y con cara de pocos amigos. No sabía si Zarco lo amenazaría o quizás que tenía en mente. El pequeño hombre entró a su propia casa desde el patio y Zarco detrás de él.
Escuche un par de gritos y luego silencio. Corrí de nuevo y pude ver a Zarco sentado en el piso de madera con la cabeza separada del cuerpo de aquel hombre.
Recuerdo que no había sangre en el piso y nos miramos con toda la tranquilidad del mundo, como si de ese día en adelante, las cosas fueran a estar mejor.